Veo con estupor una noticia en el telediario sobre los cuarenta años de Barrio Sésamo. Cuentan que hoy sería imposible una producción similar por lo políticamente incorrecto de los personajes: bulimia de Triki, síndrome de Diógenes de un macaco verde que vivía en un cubo de basura, afán de protagonismo de la rana Gustavo, paranoia en Coco... El colmo es que parece que ahora Triki come ¡zanahorias!
Se entiende que mi generación tenga cierta nostalgia de aquellas tarde con las manos en el bocadillo de nocilla y los ojos puestos en la tele, que echemos de menos al inconmensurable Triki. Lo que no tiene ni pies ni cabeza es que el pobre Triki eche de menos sus atracones de galletas...