Hay en "La vida secreta de las palabras" un silencio continuo acompasando las olas de un mar que golpea miles de veces al día los pilares de una plataforma petrolífera. No sería más que una película sobre ese silencio continuo que lo impregna todo (hay más plataformas que mares, y no todas soportan las olas, y, por supuesto, no todas son plataformas en un sentido estricto) si no pusiese voz al horror, que al igual que ese silencio, también es siempre el mismo.
Contra el horror, la memoria; y, como me escribieron hace poco de puño y letra en este mundo de teclados, contra la frivolidad, la conciencia.
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