Impresionante libro el de Irina Ratushínskaya. Hay que mirar a Oriente, no hay duda.
Anoto un fragmento que gira en torno a la relación entre las plantas y la infancia.
La blanca pelusa del diente de león entró por la puerta del balcón. En la infancia, aquella pelusa recibía el nombre de "cartero." Todos intentaban atraparla, y quien lo lograra recibiría una carta.
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