Uno puede reencontrarse, a poco que se descuide, con circunstancias imprevistas que abren de par en par las ventanas del zoco en el que no había más que escepticismo y desilusión respecto al género humano.
Digo reencontrarse porque esas razones para la esperanza, que se suceden unas a otras con intervalos de apatía casi vegetal, son en el fondo siempre las mismas... en este caso sucedieron al pie de una montaña.
(Las montañas siempre destacaron como lugar de encuentro en todo tipo de religiones: judaísmo, islam, hinduísmo,mayas, fenicios... N. del T.)
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