miércoles, diciembre 13, 2006
La víspera de la despedida.
Siempre pensé que no debería haber ido a aquella ceremonia en la que no le dejaron cantar en el momento preciso, pero reconozco que poco a poco me ha ido cayendo bien. Y sus letras no tienen desperdicio. Así es Jorge Drexler.
Milonga del Moro Judío
Por cada muro un lamento
en Jerusalén la dorada
y mil vidas malgastadas
por cada mandamiento.
Yo soy polvo de tu viento
y aunque sangro de tu herida
y cada piedra querida
guarda mi amor más profundo,
no hay una piedra en el mundo
que valga lo que una vida.
Yo soy un moro judío
que vive con los cristianos,
no sé que Dios es el mío
ni cuales son mis hermanos.
No hay muerto que no me duela,
no hay un bando ganador,
no hay más dolor
y otra vida que se vuela.
La guerra es muy mala escuela
no importa el disfraz que viste,
perdonen que no me aliste
bajo ninguna bandera,
vale más cualquier quimera
que un trozo de tela triste.
Yo soy un moro judío
que vive con los cristianos,
no sé que Dios es el mío
ni cuales son mis hermanos.
Y a nadie le di permiso
para matar en mi nombre,
un hombre no es más que un hombre
y si hay Dios, así lo quiso.
El mismo suelo que piso
seguirá, yo me habré ido;
rumbo también del olvido
no hay doctrina que no vaya,
y no hay pueblo que no se haya
creído el pueblo elegido.
Yo soy un moro judío...
(Mañana se cierra el zoco. El contrato sólo duraba un año exacto.)
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2 comentarios:
Fatal nos parece.
Eso. Nos parece fatal.
Pero fatal, fatal, fatal.
He dicho.
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