Hay libros que, tras leerlos, se quedan dando vueltas, apareciendo y desapareciendo en cualquier momento y sin acaban de irse. Así sucede con Shalimar el payaso, del imprescindible Rushdie.
Tres meses después anoto tres razones para no olvidarlo:
1.- Su impresionante capacidad para caracterizar a los personajes de formas muy plásticas:
Sus sentidos eran arenas movedizas (...). Ahora veía sonidos. Oía colores. Tocaba sentimientos. Tenía que controlarse en las conversaciones para no preguntar "¿Qué es ese ruido rojo?."
2.- Su acertada visión sobre los problemas eternos de la humanidad:
La pérdida del sueño de un hombre, del hogar de una familia, de los derechos de un pueblos, de la vida de una mujer (...) es la pérdida de nuestras libertades: de todas las vidas, todos los hogares, todas las esperanzas. Cada tragedia se pertenece a sí misma y al mismo tiempo a todos los demás. Lo que disminuye a alguno nos disminuye a todos.
3.- Su sentido del humor:
Muerta, Nazarébaddor parecía más jovial de lo que había sido en los últimos días de su vida, y reconoció a muchos de los que la habían visto en visiones que la muerte le sentaba bien.
El horario es mejor - decía - y no tienes que preocuparte de los animales.
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