viernes, julio 07, 2017

Cantar

De la obra El suelo bajo sus pies, de Salman Rushdie:

¿Por qué nos importan los cantantes? ¿En dónde radica la fuerza de sus canciones? Quizá deriva de la pura extrañeza de estar cantando en el mundo La nota, la escala, el acorde; melodías, armonías, arreglos, sinfonías. Ópera china, jazz, blues: que esas cosas existan, que hayamos descubierto los intervalos y distancias mágicos que producen el pobre racimo de notas, todo al alcance de la mano humana, a partir del cual podemos construir nuestras catedrales de sonido, es un misterio tan alquimista como el de las matemáticas, o el vino, o el amor. Tal vez los pájaros nos han enseñado. Tal vez no. Tal vez seamos sólo criaturas en busca de una exaltación. No tenemos muchas. Nuestras vidas no son lo que se merecen; son, convengámoslo, deficientes en muchos sentidos penosos. Las canciones las convierten en algo distinto. La canción nos muestra un mundo digno de nuestros anhelos, nos muestra a nosotros mismos como podríamos ser si fuéramos dignos de esa palabra.
Cinco misterios guardan las llaves de lo oculto: el acto del amor, y el nacimiento de un niño, y la contemplación del gran arte, y estar en presencia de la muerte o el desastre, y escuchar la voz humana elevándose en una canción. Esas son las ocasiones en que se abren de golpe los pernos del universo y se nos ofrece un vislumbre de lo que está escondido; un "ef" de lo inefable. En esos momentos la gloria estalla sobre nosotros: la oscura gloria de los terremotos, la resbaladiza maravilla de la vida nueva, el resplandor del canto de Vina Apsara

lunes, agosto 29, 2016

En desacuerdo



Un poema de Ángel González tiene estos tres últimos versos:

Nada es lo mismo. 
Habrá palabras nuevas para la nueva historia 
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde

Durante cierto tiempo recordé con frecuencia esas tres líneas, que me parecían de una clarividencia absoluta para estos días terribles en los que vivimos. Hoy manifiesto mi desacuerdo, no hacia el maestro González sino hacia mi interpretación. Es cada vez más evidente que lo que es preciso encontrar para la nueva historia son las palabras viejas. No en vano el Winston Smith de 1984 brindaba por el pasado.

jueves, junio 19, 2014

HHhH

La novela HHhH de Laurent Binet plantea la reconstrucción novelada del asesinato del carnicero de Praga Heydrich y la construcción del propio relato por parte del autor, con sus preocupaciones por la manera de narrar la historia, la reiteración equívoca de los apellidos de los personajes o la veracidad de los detalles de su relato, como el color del automóvil de la mano derecha de Hitler en Bohemia. Es un edificio que deja conscientemente a la vista su andamiaje, y quizá por eso consigue transmitir no sólo la historia sino también las historias que rodean de una manera más o menos explícita a una creación literaria.
Hay una frase de Pasternak que Binet recoje para ilustrar qué es escribir sobre el nazismo más de medio siglo después. No me gusta la gente indiferente a la verdad.

viernes, junio 13, 2014

Súdbitos.

Súdbitos de un sistema bancario sin escrúpulos, de un establishment político podrido, de las migajas de lo que se llamó Estado de Bienestar, de un capitalismo intervenido por el Estado a favor siempre de lo mismo, de los mismos; súdbitos de un vacío de expectativas, de unos horizontes transmutados en espejismo, súdbitos de lo que pudimos haber sido y ya no, súdbitos de la calma química vendida en grajeas en el medio del caos, súdbitos de todo lo que callamos, súdbitos del "podría ser peor..."
Y, para colmo, súdbitos de un rey.

jueves, junio 05, 2014

La necesidad de un espacio.

Leí tres novelas de Belén Gopegui. En dos de ellas, La escala de los mapas y Deseo de ser punk sus protagonistas, pese a las diferencias de género y edad, tiene en común que no acaban de encajar en el mundo, o no quieren acabar de encajar... Sergio Prim y Martina. Junto a ello, y como respuesta, ambos buscan un espacio, un lugar que puedan sentir suyo. Un sitio por el que no haya que pagar, en palabras una Martina adolescente a punto de cometer su acto de insumisión armada de un disco de Iggy Pop.
Hoy Martina vería decepcionada a Iggy Pop haciendo anuncio de tónica, pero quizá tampoco le sorprendiese, pues esa decepción viene de serie. Los personajes de Gopegui son los que mejor retratan estos tiempos, y el título de una obra aún no leida, La conquista del aire, tiene un lúgubre gusto profético.
Uno de esos espacios tan necesarios, o al menos algo parecido, son las Bibliotecas públicas. Cuando vayas allí, en el medio de estantes y estantes de libros, recuerda a Sergio, recuerda a Martina.
 

viernes, mayo 09, 2014

El horror (aún) inaceptable.


Sucedió el 14 de abril pero no ha sacudido los océanos virtuales de imagen y tinta hasta estos días. Doscientas niñas secuestradas en Nigeria para ser vendidas como esclavas. El horror. Un horror aún inaceptable. Creo que era francés y filósofo quien decía que el triste destino de África era convertirse en un yacimiento de catástrofes, en una sucesión de desastres que llamasen la atención mediática en base a una perversa progresión de los detalles, forzosamente cada vez más espantosos para que la opinión pública occidental quedase tocada durante un período de tiempo cada vez más corto. Ante cada desastre, motivado por causas naturales o antrópicas, el discurso aleatorio y en bucle de los "no es tolerable," "nuestro gobierno se dispone a disposición de las necesidades de...," "aprobaremos de urgencia un paquete de ayuda a la cooperación," "presionaremos diplomáticamente con toda determinación" o "intervendremos militarmente" se activaría y los telediarios y las redes sociales se harían eco...  durante unos días.

Casi un mes después del secuestro aterra pensar en dónde y cómo estarán las doscientas niñas; y es casi tan aterrador pensar en el tiempo que pasará hasta que este horror caduque como noticia y guardemos los discursos y los hashtags a la espera de un horror mayor. También aterra la certeza de que si esas niñas vuelven a casa y, dentro de diez años quieren llegar a Europa a toda costa, se encontrarán alambradas y vallas con cuchillas cuando lleguen a Melilla y vean, a lo lejos esa Europa que tan rápido se llena la boca con bonitas palabras. Tan lejos y tan cerca.

Wole Soyinka, poeta nigeriano, escribió en la cárcel hace unos cincuenta años esto:

Lenta, inexorablemente, la realidad se disuelve y la certidumbre
traiciona a la conciencia

miércoles, abril 30, 2014

Tarrou.

De la imprescindible novela La peste recuerdo de una forma especial el personaje de Tarrou. Acompañaba al dr. Rieux en la desigual lucha contra la epidemia que había aislado Orán, trasunto de la epidemia que asolaba el siglo XX en la época en la que la obra fue escrita.
Tarrou, personaje camusiano en todas y cada una de sus manifestaciones, aspiraba a pasar por la vida sin causar daño. Su vida había experimentado un cambio radical a partir del momento en el que asistió al dictado de una condena a muerte por parte de su padre, juez. Después de aquello no pudo seguir conectando con la vida ordenada que tenía prevista.
Hoy se puede escuchar en la radio que una ejecución en Estados Unidos, a causa de algún problema en la inyección letal, se saldó con una agonía de cuarenta minutos para el reo. Cuarenta minutos.