E.L.Doctorow (1987)
miércoles, febrero 27, 2008
Dicho queda
"Todas nuestras bellas artes –literatura, música– nuestra religión, nuestra filosofía moral, han empalidecido desde 1945 ante la creatividad de nuestra ciencia de la muerte."
viernes, febrero 22, 2008
El zaguán de Salman (VIII)
Hace siglos la India concertó una cita con el destino, separándose del poderoso protocontinente meridional de Gondwanalandia y uniendo su suerte a la masa septentrional de Laurasia. Los montes Himalaya son la prueba de esa unión; el beso que nos unió a nuestra suerte. ¿Fue un beso que fracasó? ¿Preludian esos nuevos movimientos de la Tierraun divorcio titánico? ¿Comenzarán los Himalayas a encogerse muy lentamente?
(El suelo bajo sus pies).
(El suelo bajo sus pies).
miércoles, febrero 06, 2008
Las benévolas.
Terrible el poder de la prensa. Y para muestra un botón.
Un escritor publica un libro de cerca de 1000 páginas acerca del Holocausto, proponiendo una visión por parte del verdugo, partiendo de la base de que los verdugos también son personas y pueden tener sentimientos nobles, pese a lo cual no les tiembla la mano para realizar su abyecta misión.
El libro se convierte en un éxito, premiado en Francia y comienza a traducirse. Jorge Semprún lo califica como "obra del siglo" y hace correr ríos de tinta.
Y uno de esos ríos de tinta es una entrevista que comienza de la siguiente manera:
"Hay que ser muy chulo para marcarse un libro de casi mil páginas sobre algo tan recurrente como el nazismo o el Holocausto, ganar el Premio Goncourt y ni molestarse en ir a recogerlo. Hace falta andar muy sobrado para conseguir las bendiciones de los popes de la literatura mundial como un salvador de la novela y después venir a decir que no sabe si volverá a escribir otra. Pero así es Jonathan Littell, un autor raro y controvertido, un tipo que manifiesta cierto aire de superioridad si se le insiste en algo que le molesta; que es políglota y nómada, entre nihilista y revolucionario -trabajó en ONG en Rusia y Chechenia-; que parece claramente desubicado en este periodo de la historia, amante de la cultura griega y de la música antigua..."
Ante tamaña introducción cabe esperar una continuación de acoso y derribo, destinada a mostrar el sufrido trabajo del abnegado periodista y el "divismo" del autor. Qué fácil y qué equivocado. Lo peor es que habrá quien lea la entrevista y haga como si hubiese leído el libro. Y seguirá habiendo periodistas que continúen empleando la facultad de hacer preguntas como un instrumento moderno de separar lo bueno de lo malo a su antojo.
Enorme responsabilidad ser el que pregunta.
Un escritor publica un libro de cerca de 1000 páginas acerca del Holocausto, proponiendo una visión por parte del verdugo, partiendo de la base de que los verdugos también son personas y pueden tener sentimientos nobles, pese a lo cual no les tiembla la mano para realizar su abyecta misión.
El libro se convierte en un éxito, premiado en Francia y comienza a traducirse. Jorge Semprún lo califica como "obra del siglo" y hace correr ríos de tinta.
Y uno de esos ríos de tinta es una entrevista que comienza de la siguiente manera:
"Hay que ser muy chulo para marcarse un libro de casi mil páginas sobre algo tan recurrente como el nazismo o el Holocausto, ganar el Premio Goncourt y ni molestarse en ir a recogerlo. Hace falta andar muy sobrado para conseguir las bendiciones de los popes de la literatura mundial como un salvador de la novela y después venir a decir que no sabe si volverá a escribir otra. Pero así es Jonathan Littell, un autor raro y controvertido, un tipo que manifiesta cierto aire de superioridad si se le insiste en algo que le molesta; que es políglota y nómada, entre nihilista y revolucionario -trabajó en ONG en Rusia y Chechenia-; que parece claramente desubicado en este periodo de la historia, amante de la cultura griega y de la música antigua..."
Ante tamaña introducción cabe esperar una continuación de acoso y derribo, destinada a mostrar el sufrido trabajo del abnegado periodista y el "divismo" del autor. Qué fácil y qué equivocado. Lo peor es que habrá quien lea la entrevista y haga como si hubiese leído el libro. Y seguirá habiendo periodistas que continúen empleando la facultad de hacer preguntas como un instrumento moderno de separar lo bueno de lo malo a su antojo.
Enorme responsabilidad ser el que pregunta.
domingo, febrero 03, 2008
Audiencias.
El pasado viernes se emitó La vida secreta de las palabras de Isabel Coixet. 789.000 personas la vieron, lo que supuso un 4'9 % de share. A la misma hora el programa de casquería pseudosentimental ¿Donde estás corazón? (buena pregunta) y uno de los concursos que exprimen las vocaciones frustradas y frustrantes que pueblan este país lideraban la franja con un unos datos respectivos de 1.923.000 espectadores (17,8%) y 2.565.000 espectadores (18,5%).
Preferimos ver miserias voceadas por supuestos periodistas y parcos segundos de gloria antes que acercarnos a los abismos, antes de que nos den un navajazo de realidad en los ojos y que nos pongan a la deriva en una plataforma petrolífera abandonada, auténtico símbolo de nuestros días. Días terribles captados con una maestría sobrecogedora e hipnótica en el film de Coixet.
Decía Mia Couto que lo peor de la miseria es la ignorancia que tiene de sí misma.
Hoy llueve.
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