sábado, abril 24, 2010

Con diez años de retraso.

Pienso en estos últimos tiempos con frecuencia en el siglo XX. Me sorprendo a mí mismo imaginando determinados sucesos de la historia en general o repasando aspectos de mi historia. No llego a conclusiones en ninguno de los dos ámbitos. Pero encontré por casualidad este poema de Eugenio Montejo a modo de despedida para la centuria.

Adiós al siglo XX

a Alvaro Mutis

Cruzo la calle Marx, la calle Freud;

ando por una orilla de este siglo,

despacio, insomne, caviloso,

espía ad honorem de algún reino gótico,

recogiendo vocales caídas, pequeños guijarros

tatuados de rumor infinito.

La línea de Mondrian frente a mis ojos

va cortando la noche en sombras rectas

ahora que ya no cabe más soledad

en las paredes de vidrio.

Cruzo la calle Mao, la calle Stalin;

miro el instante donde muere un milenio

y otro despunta su terrestre dominio.

Mi siglo vertical y lleno de teorías...

Mi siglo con sus guerras, sus posguerras

y su tambor de Hitler allá lejos,

entre sangre y abismo.

Prosigo entre las piedras de los viejos suburbios

por un trago, por un poco de jazz,

contemplando los dioses que duermen disueltos

en el serrín de los bares,

mientras descifro sus nombres al paso

y sigo mi camino.

viernes, abril 23, 2010

Palabras de fin de semana.

Podría acordarme de elato, moscella, seisavar o quitrín; pero, sin duda, la palabra del pasado fin de semana fue teponastle.
Feliz día del libro.

sábado, abril 17, 2010

Consejos.

En la cuenta atrás para el día del libro, una batería de consejos breves de escritores de todo pelaje sobre el acto de escribir: pincha aquí.

miércoles, abril 14, 2010

Nostalgia de las ruinas.

Leído en la magnífica y densa novela El pintor de batallas, de Pérez - Reverte:

Nuestro mundo fabrica escombros en vez de ruinas, y en cuanto puede mete un bulldozer y lo hace desaparecer todo, dispuesto a olvidar. Las ruinas molestan, incomodan. Y claro. Sin libros de piedra para leer el futuro. de pronto nos vemos en la otra orilla, con un pie en la barca y sin moneda para Caronte en el bolsillo.