jueves, abril 17, 2008

Singelringen.


No descubrimos ningún nuevo continente si decimos que el ser humano es, entre otras muchas cosas, un animal eminentemente simbólico. Nos rodeamos de pequeñas y grandes cosas para decir los que somos, lo que no o lo que nos gustaría ser.
En nuestra época la necesidad de definición es todo un imperativo social; y, además el mejor fertilizante para el diseño y el comercio.
En ocasiones se emplean símbolos aparentemente contradictorios, como ejemplifica el uso de guerreras militares por los pacifistas, con el objetivo de descontextualizar algo considerado negativo y atraerlo a un entorno ideológico más aceptable.
El último ejemplo es el anillo para solteros, todo un hito del diseño escandinavo que se está convirtiendo en un objeto de culto. Se trata de una alianza de plata recubierta de color turquesa que pretende mostrar, con orgullo, que su portador/a está encantado de estar casado con su soltería.
Junto al anillo, puedes darte de alta en una asociación de solteros y grabar en la superficie de la alianza tu número de afiliación.
Tiempos extraños estos. El caso es no tener nunca las manos vacías.

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