martes, junio 03, 2008

El día que Albert Einstein compró mil ejemplares de la misma revista.

Quizá a nuestros vecinos de porsilasmoscas les suene el nombre de John Hersey, pero por aquí lo conocimos gracias a la lluvia del fin de semana sumadas a las horas muertas de biblioteca.
En el año 1946 publicó un reportaje en la revista New Yorker sobre los supervivientes de Hiroshima con sus testimonios. En ese momento, a muchos estadounidenses se les desprendió un velo de la mirada y pudieron comprobar los sobrecogedores efectos del primer bombardeo nuclear.
Durante la inmediata posguerra la línea oficial promovida y supervisada por Washington y avalada por científicos y periodistas se basaba en dos puntos:
1.- El bombardeo era la única solución para derrotar a Japón (falso, se trataba de enseñarle un poco los dientes a Stalin antes de repartirse el mundo).
2.- La bomba de Hiroshima no había causado radiación alguna (sin comentarios).
Tal línea oficial había conseguido que muchos ciudadanos considerasen (y consideren) el tristemente célebre hongo atómico como una nueva estatua de la libertad, y lo que escribió Hersey removió las conciencias demostrando el valor neto del periodismo: la información como fuente de conocimiento para una sociedad, aunque sea a costa de una enorme vergüenza de sí misma. Algo irrenunciable para una democracia.
Se dice que Albert Einstein compró mil ejemplares de esa revista. ¿Qué habrá sido de ellos?

Más información y mejor, en el libro Historia de los bombardeos de Sven Lindqvist. Apto para días de lluvia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Algo me sonaba, sí :) Abrazos