jueves, junio 08, 2006

Azar Nafisi & Shirin Neshat.

Las dos lejos de Irán pero tan cerca... reflexionando desde las letras y las imágenes sobre ese país, en especial sobre las mujeres "borradas" en nombre de un dios al que sólo pueden interpretar los guardianes de la revolución.

Azar Nafisi, en Leer Lolita en Teherán, refleja un gran acto revolucionario protagonizado por ella y varias de sus alumnas universitarias: reunirse para comentar libros mal vistos: El gran Gatsby, Lolita, Casa de muñecas. Leer y compartir lo leído como manera de resistir en un mundo secuestrado. Nafisi conjuga los diálogos mantenidos en su sala de estar convertida en refugio con descripciones sobre la sociedad y la política, y, cómo no, sobre la literatura. En otra ocasión reflejaremos algo de este último tema. Hoy toca otra cosa:

El Gobierno no tardó mucho en aprobar nueva normas para restringir el atuendo de las mujeres en público y obligarnos a llevar el chador, o un manto negro y el pañuelo. La experiencia había demostrado que la única forma de que estas normas fueran acatadas era imponerlas por la fuerza. Debido a la abrumadora protesta de las mujeres contra las leyes, el Gobierno impuso primero la nueva norma en los lugares de trabajoy después en las tiendas, donde se prohibió hacer transacciones con mujeres sin velo. La desobediencia se castigaba de varias formas, desde sanciones económicas hasta setenta y seis latigazos y penas de cárcel. Más tarde, el Gobierno creó las famosas escuadras de la moralidad: grupos armados de cuatro personas de ambos sexos, que patrullaban las calles en un Toyota blanco para garantizar el cumplimiento de las leyes.

Shirin Neshat utiliza la imagen. Los conceptos fanáticos impuestos a la fuerza sobre la mujer en Irán es un tema transversal en su obra. Considero especialmente sobrecogedoras las imágenes de la serie Mujeres de Allah (mediados de los 90) en la que el silencio al que la mujer es condenada y relegada en público es cuestionado de un modo poético. La poesía es imprescindible cuando la realidad, además de prosaica, es irracional y hostil. Neshat no retrata a las mujeres como víctimas, sino que subraya la esperanza a través de la palabra, por encima de la prohibición, reivindicando un futuro cada vez más urgente... y más lejano para ese país.
Aquí nos preocupamos por si enriquecen uranio. No todas las miserias tienen la misma importancia
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