domingo, junio 11, 2006

La hora veinticinco.


C.V. Gheorghiu deja constancia en La hora veinticinco (1949) del infierno que supuso el avance de los totalitarismos en Europa oriental a raíz de la II Guerra Mundial. En esta novela, en la que ni un sólo párrafo está de más, son especialmente desgarradores las cartas que uno de los protagonistas envía al comandante del campo de concentración en el que está recluido:

Existe un escultor suizo, Alberto Giacometti, que realiza en el campo de la escultura los mismos principios y el mismo ideal de la belleza masculina y femenina que ustedes realizan en la práctica haciendo desaparecer la grasa y la carne del cuerpo humano. Trabajando en sus estatuas se esfuerza en eliminar la grasa, tanto del cuerpo humano como del espacio.
El cuerpo queda así reducido a una dimensión, adquiriendo las formas alargadas y áridas de un alambre.
Ustedes hacen lo mismo en el campo. Y sé que, desde siempre, su civilización se ha basado en principios estéticos.
Y cuando mañana, toda la superficie del globo esté poblada de hombres con cuerpos armónicos, de acuerdo con los nuevos cánones estéticos del arte de Giacometti - y de ustedes- el Universo resplandecerá de belleza.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Es una historia novelada mas enigmatica y mas completa que un autor como Gheorghiu pudo plasmar en esta obra novelada tan rica en narracion y tan escalofriante forma de expresion que conmueve hasta al mas duro de los sentidos, muy buena para mi gusto.

Waskar Ortiz dijo...

Excelente novela. Historias de personas buenas e inocentes en manos de naciones que todo lo reducen al dios de la Guerra y la Burocracia. El protagonista no logra perder la esperanza mientras esta preso y lo manifiesta sonriendo en medio de las desgracias...mantendra la sonrisa hasta el fin? ... keep smiling