miércoles, mayo 31, 2006

De viaje con Ibn Battuta.

Ibn Battuta llegó a Bagdad en el siglo XIV. En su relato cita a un valenciano que había estado por allí doscientos años antes, Abu al-Husayn ben Yubayr, y que dejó escrito lo siguiente, que parece condenadamente actual:

Aunque esta vieja ciudad sigue siendo la capital del califato abbasí y lugar de reunión y convocatoria del imanato coreichí [tribu dominante en la Meca a la que pertenecía Mahoma] su trazado ya ha desaparecido y sólo le queda el nombre. En comparación con lo que era antes de que se le cayeran encima las desgracias y los ojos de las calamidades se volvieran hacia ella, ahora es como una silueta borrosa o la figura de una quimera que se yergue. No hay belleza alguna que atraiga la mirada o que induzca al apresurado a contemplar y distraerse, excepto el Tigris, que se extiende en su parte oriental y su lado occidental como un espejo bruñido entre dos mejillas o como un collar de perlas entre los pechos de una mujer. La ciudad abreva en él para calmar su sed y se contempla en su espejo pulido que no se empaña. Por sus aguas y su aire florece la hermosura femenina.

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