r haber calificado de asesinato la matanza de armenios y kurdos. Ese proceso, actualmente cerrado y archivado a causa de la presión internacional, se sustentaba en una ley del mes de abril de dicho año que condenaba el insulto a Turquía con penas de seis meses a tres años de cárcel. Lo dramático de ese tipo de leyes es cuando el insulto es la verdad, porque, consecuentemente, amparan la mentira. Y las peores mentiras son las que afectan al pasado. Hace poco escuchaba que lo contrario a la memoria no es el olvido, sino la memoria manipulada, inventada o falseada. A un país clave para las relaciones Oriente - Occidente, como es Turquía, con su próxima incorporación en la Unión Europea (una auténtica necesidad, pese a quien le pese), le vendría bien no perder la memoria. Exactamente como a cualquier país del mundo.Pero hablábamos de Orhan Pamuk. Como por cuestiones de espacio no voy a reproducir su magistral e insuperable segundo capítulo de la novela El libro negro, anoto un fragmento de diálogo de Nieve:
- ¿Eras feliz de niño?.
- Cuando uno es feliz nunca sabe que lo es. Años después decidí que había sido feliz de niño; en realidad no lo era. Pero tampoco era tan desgraciado como en los años que siguieron. Cuando era niño no me interesaba la felicidad.
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